Es maravillosa porque cualquiera puede hacerla; quien puede pensar, puede meditar. No necesitamos ser monjes ni naturalmente “tranquilos” para sentirnos mejor en nuestro día a día. Al contrario, el propósito principal de la Meditación Védica es para enaltecer nuestra vida diaria en cualquiera de sus presentaciones, no huir de ella.

Aquellas mejoras en nuestra vida diaria se deben a que nuestro cuerpo es capaz de liberar estrés, toxinas y emociones viejas que alentan y obstruyen su funcionamiento. Gracias a que se libera el estrés acumulado, todos los sistemas de nuestro cuerpo comienzan a balancearse y los efectos dependen de quién está meditando. 

En general, los meditadores reportan dormir mejor, digerir mejor, relacionarse de forma más asertiva y empática, tener más claridad mental y sobrepensar menos; consecuentemente crece nuestra creatividad y solucionamos “problemas” de mejor manera. El descargar las toxinas y emociones viejas permite vivir más livianamente, con mayor adaptabilidad, tranquilidad, motivación, energía y por lo tanto felicidad.